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MATERNIDAD y PATERNIDAD
EMBARAZO

Capítulo 2


El futuro es incierto…pero ésta incertidumbre está en el corazón mismo de la conciencia humana”.

Recordemos las razones por las cuales decidimos tener un bebé:

  • Porque es lo normal y lógico de una pareja.
  • Por cumplir el sueño como hombre de ser padre.
  • Por ayudar a cumplir a su pareja el sublime y bendecido derecho a la maternidad.
O porque, uno de los axiomas más generalizados y que no siempre corresponde a la realidad, es que la mujer termina por amar más a su pareja cuando se es un buen padre.

De lo que podemos estar seguros es que, tomando el amor como base para la toma de importantes decisiones, es y será nuestro mayor seguro para ser felices. El compromiso adquirido desde que estamos juntos nos da para continuar expresando a diario que el sentimiento está más fortalecido que nunca y este dulce y duro trasegar que enfrentamos nos da la primera sonrisa del día.

Oh, Dios. Cuando asistimos al curso preparatorio nos damos cuenta de lo poco que sabemos. Hay tanta nueva información que asimilarla requiere de seguir releyendo porque se trata, sobremanera, de estar preparados. Lo gozamos porque somos personas serias, responsables y comprometidas y este reto que tenemos entre manos, es el mayor de nuestras vidas. Nos damos cuenta qué jamás habíamos tenido tal responsabilidad, pero es también la que nos ha de causar las sensaciones más enriquecedoras.

No podemos tampoco pretender decir que somos los mayores incomprendidos en todo éste proceso. Cuando una madre se siente tranquila, cómoda, descansada y feliz, y con su mirada nos agradece nuestra dedicación, esmero, presencia y amor, esa es la respuesta esperada. La alegría que tengamos en nuestros corazones es trasmitida en todo momento a nuestro hijo y deseamos que él sea así, alegre y espontaneo. Nuestra obligación es llenarnos de buenos sentimientos y buscar tener sensaciones sanas nacidas de cada situación. Hemos estado programando todo desde el inicio. Nos vemos apoyando en todo momento a las madres. Vamos y venimos en tareas para estar listos en el gran momento. Nos preocupamos y les facilitamos las cosas. Aplazamos actividades y sueños propios porque conocemos las verdaderas prioridades. Nos enorgullecemos de la valentía de la madre de nuestro hijo.

Durante todo el embarazo nos ha acompañado una inquietante sensación de incertidumbre por la salud de nuestro bebé. En el trascurrir de las citas médicas de control deseamos oír las tranquilizadoras frases de los especialistas diciendo que todo va bien pero aun así jamás han de llegar a confirmarlo al cien por ciento. Cada vez que preguntamos, muy amablemente nos contagian de su optimismo dejando el espacio para no continuar con la preocupación. Para los que creemos en un generoso Dios que ya nos ha dado el más grande de los regalos, nos soporta una fortalecida fe y una esperanza que confía en el bienestar del hijo que desde ya estamos cuidando.

Una tras otra se suceden las tomas de las ecografías que nos muestran a nuestro bebé. He de magnificar la experiencia de estas sesiones cuando lo vemos desde la primera vez hasta las últimas cuando ha seguido creciendo, con la cara de asombro y regocijo. Aunque existen ecografías que nos dan un porcentaje mayor sobre la salud del bebé que nos podría generar más confianza y son más costosas por estar fuera del plan de salud, no encierran la total confirmación del tema. Y entonces nos damos cuenta de que hemos de seguir confiando en que todo ha de estar bien. La vida y la experiencia misma nos sugieren no perder la fe y la esperanza porque eso nos ayuda para poder disfrutar de cada sensación de una manera espontánea y real.

Cada día que llega es un día menos de espera y nos deleitamos con ese susto de enfrentar tanta dicha. Y demoramos en darnos cuenta de lo afortunado que somos por saber que nuestro bebé viene muy sano, aunque sigamos teniendo esa pequeña angustia. Creo que cuando esté en nuestros brazos, esa situación se nos va a ser muy normal pero la verdad es que en ese momento es cuando se estará dando el verdadero milagro de vida. Igual, ante cualquier otra circunstancia deberemos estar preparados para recibir esa vida otorgada, recordando siempre que las buenas sensaciones y energías nos llenan el alma.

Alrededor del embarazo, se suceden una gran cantidad de situaciones que enriquecen las relaciones familiares. Nos damos cuenta de que nuestra felicidad es también la de muchos y al compartirla con ellos, se abren nuevos espacios. Florecen los sentimientos y se generan esperanzas. Nuestra nueva madre es consentida por todos y hasta las nuevas amigas tías comienzan a hacer planes y disputarse el favor del madrinazgo. Con complacencia seguimos comprobando quien, con sobrada lógica, es el centro de todo. La madre de mi bebé es considerada muy afortunada por todos y el consorte de padre sigue allí fiel a su propósito entendiendo que las percepciones de sus motivaciones son livianamente vistas por los demás.

Lo verdaderamente claro es que aman a nuestro bebé. Nos aman a nosotros porque estamos abriendo en sus corazones espacio para un sentimiento nuevo que llegará cargado con enormes nuevas sensaciones. Contar con cada uno de ellos, ennoblece nuestro trabajo. Tener su apoyo, desde muy cerca o lejos, nos hace dar cuenta que nuestro hijo va a tener a su alrededor muchas personas que lo amaran. Nos ha de encantar darles a ellos esta nueva experiencia de vida, porque en la transición de vida que tendremos, su apoyo será muy importante.

Son trascendentales los lazos de unión de nuestro bebé con otras personas diferentes a nosotros. Es cuando empezamos a entender lo importante de ir pensando que los amores ajenos a nosotros dos, tendrán que ver en su formación mental y espiritual y que por más incertidumbre, la felicidad que también albergan nuestros corazones es lo más maravilloso que nos alienta a confiar y a creer en nuestro futuro.


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