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MATERNIDAD y PATERNIDAD
EMBARAZO

Capítulo 4


“Padres hay muchos pero madres solo hay una.”

Existe un viejo adagio popular que dice: “Padres hay muchos pero madres hay solo una”. Con este adagio a alguien se le ocurrió defender, apoyar, reafirmar el sacrificio, la labor de las madres y de paso describir muy débilmente las responsabilidades de la paternidad. Sería lógico pedir explicaciones a quien o a quienes corresponda que este eco siga devaluando mi paternidad, mis deberes de padre o de muchos otros que han asumido este sagrado papel y de paso encontrar el camino para cambiar y remediar tal injusticia.

Es irremediablemente necesario dejar en claro al asumir esta férrea defensa, que en nada he de dejar de lado y ver en las madres la valentía, el compromiso primario, el amor naciente e incondicional y dar por hecho el sentimiento sublime de cobijarnos bajo su protección. No se trata de un “reclamo” hecho sin fundamento de la paternidad. Se trata de encontrar la forma de generar conciencia sana del porqué se le da tan poca importancia a las sensaciones gratas y no tan gratas como producto del contacto diario con nuestra amada pareja en el trascurso de todo un embarazo.

Seguiré repitiendo que el trato preferencial hacia las madres por lo que genera en ellas cambios corporales y todo un sinnúmero de nuevas sensaciones, no entra en discusión.

En qué momento se desensibilizó el trato hacía la gran mayoría de padres que anhelamos ser considerados como estandarte al aportar que nuestras madres tengan un maravilloso embarazo.

Será que no son dignas de una relevancia mayor, todas estas maravillosas y nuevas sensaciones que estamos aprendiendo, como hombres de bien, comprometidos desde un principio. Alguien muy cercano me dijo que todo podría tratarse y ser una necesidad de reconocimiento personal. Claro que lo es. El ser humano no es más feliz cuando se siente reconocido en todas sus facetas personales y en este caso, de padre de familia y esposo dispuesto a responder a la mayor de las responsabilidades, mi anhelada paternidad.

Debo volver a dejar en claro que no se trata de quitarle protagonismo a la verdadera heroína de este bello proceso. En días pasados escuchaba el relato del comportamiento de una honorable y educada madre que en reuniones pasadas daba muestra de la gran armonía que disfrutaba como pareja y que se comportó huraña y grosera con su esposo en la etapa de parto y ese comportamiento era disculpado como una reacción natural en su condición de madre a punto de parir. Me imaginaba, en el momento del relato, la cara del esposo, las sensaciones de profunda desazón por el inmerecido trato y porque a pesar de todo él seguía allí firme en su puesto de acompañante amoroso y dedicado hasta el último momento

Una de las definiciones de Justicia: “Reconocer lo que corresponde a una persona por sus méritos y valores”. En los roles cinematográficos también se les dan Premios Oscar a los actores de reparto y son catalogados tan importantes como los protagónicos. Pero más que este mundano concepto que acabo de esgrimir es desear llevar a un estatus subliminal, no tanto como el de la madre, toda la condición que me pertenece porque más que haber sido coparticipe de engendrar un ser humano, me comprometo a hacer de ese embarazo tan mío como de la madre. Mi paternidad me otorga el derecho de ser también protagonista.

¿Será que, con tener estas bendiciones, los padres seríamos mejores, nos amarían y nos considerarían más..


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